Se alza majestuoso, desde un promontorio rocoso ,que lo caracterizaba de una robustez inexpugnable.Flanqueado, a su vez, por el estuario que baña la ría barquereña, lo dotaba de una gran capacidad defensiva.
Situado en el extremo este de la ciudadela, ocupa una posición privilegiada desde donde se controla, tanto las entradas por tierra ,como por mar. Su acceso se realiza desde el centro de la villa, a través de un antiguo paso de escaleras, que nos llevan hasta el umbral de la fortaleza.Sin embargo, existe un camino más cómodo por la subida que lleva del puente de la Barquera hacia la iglesia.


El Castillo fue el principal elemento defensivo de la villa pejina durante la época medieval, puesto que las murallas debido a su escasa altura y grosor tenían más una función fiscal y jurídica que militar. Además de su carácter defensivo es posible que, en su momento de mayor expansión pesquera, también sirviese de almacén de las mercancías marítimas, ya que al Norte de este enclave, en la ría del Peral, se encontraba el primigenio puerto barquereño.