Mandadas construir por Alfonso VIII, las murallas son uno de los símbolos de la villa de San Vicente de la Barquera y un referente singular en los puertos del cantábrico.
Levantadas tras la concesión del fuero en el siglo XIII, encerraba el promontorio sobre el que se asentaba la parte antigua y principal de la villa. Fabricada en piedra de mampostería, es una edificación de escasa altura y grosor, lo cual pone de manifiesto su carácter fiscal y jurídico, más que defensivo.
En el territorio intramuros se situaba la ciudadela, donde habitaban los señores, clérigos y caballeros, dividida en Corro de Arriba y Corro de Abajo. Allí se encontraba todo el ente administrativo de la villa, se gobernaba, se cobraban tributos y se impartía justica. Por el contrario, fuera de la muralla se ubicaban el arrabal comercial de los mercaderes en las tenerías, y el arrabal de pescadores cerca del puerto.
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Se abrían en ella cuatro puertas, una en cada punto cardinal, conservándose varios portillos que daban al antiguo puerto. La puerta que mira al Oeste es la conocida como puerta de Asturias o del Peregrino y se situaba junto a la Iglesia. Al Este está ubicada la puerta del Mar, hoy en día restaurada, cerca del Castillo dando paso al arenal y la zona portuaria. Por otro lado, al norte nos encontramos la puerta que comunicaba con la zona de huertas. Y por último, la cuarta puerta mirando al sur y conocida como puerta de Santander o de la Barrera, única puerta original que se conserva, que permitía la comunicación con el camino costero del norte y con el resto del territorio municipal.