Otro de los oficios de gran tradición, y muy vinculado a las actividades ganaderas y pastoriles, de nuestro territorio, es la figura del Campanero.


Los campaneros eran auténticos artesanos y maestros en la fabricación de campanos, cencerros, zumbas, etc, esenciales para pastores en el manejo del ganado en el monte abierto y durante la trashumancia. Este oficio, al igual que otros muchos, era trasmitido de padres a hijos, requiriendo años de aprendizaje y gran técnica.

La fabricación tradicional de los campanos es larga y lenta. Comienza por el corte de las chapas de hierro, para calentarlas y doblarlas en el yunque a golpe de martillo, hasta darle la forma deseada. Una vez elaborado el campano, se añade cobre y se envuelve en una masa de barro y hierba, dejando un orificio para que el campano respire en el horno. Se introduce al horno donde el cobre se funde y, una vez en estado líquido, comienza a distribuirse por toda la superficie del campano.


Alcanzada la temperatura óptima de fusión, se extrae el campano del horno y comienza a moverse por todo el suelo de la fragua con objeto de distribuir uniformemente el cobre líquido por toda su superficie. Una vez frío, se procede a romper la torta de barro, a extraer y limpiar el campano. A continuación, se va golpeando el campano con un martillo con el fin de darle el sonido deseado, siendo frecuente el “emparejamiento” de voces de dos o más campanos, de manera que su toque simultáneo produzca un sonido complementario y agradable al oído.


Actualmente, solo en el Valle de Lamasón se continúan haciendo campanos de manera tradicional, siendo visible el resultado en las diferentes ferias ganaderas que tienen lugar en la comarca.