De belleza incomparable es un balcón abierto hacia los Picos de Europa y hacia el mar, donde sus playas y acantilados marcan un límite natural, en el que el puerto ha cobrado gran importancia desde época medieval.

Existen referencias de época romana a un Portus Vereasueca, lugar que muchos historiadores han relacionado con este puerto, aunque no existen evidencias de ello. Los primeros restos de ocupación y poblamiento se remontan al siglo XII, momento en el que se empieza a consolidar el núcleo como tal. En el año 1210, bajo el reinado de Alfonso VIII, coincidiendo con una época de crecimiento económico y comercial, obtiene el Fuero que supone su consolidación como villa marinera y portuaria, levantándose a un extremo y otro de la ciudadela, el castillo y la iglesia actuales.

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